Revivir de nuevo, recordar el pasado, mirar con nostalgia el blanco inmaculado y perderse en el horizonte.
Enfundarse la chaqueta, buscar caminos, descubrir paisajes y reencontrarse con el sol entre las aguas.
Volver a Conil, disfrutar, como siempre, de la magia de la Luz de Cádiz.
La Cala del Pato, un lugar paradisíaco donde las olas bravas, revistieron las sonrisas y las risas, los susurros y las miradas, convirtiendo la complicidad de los enamorados en fuertes abrazos de amor, fundiendo sentimientos, impregnando la piel de salitre y arena.
Una inolvidable tarde de postboda con Almudena y Jorge.