Mirar al cielo, pedir un deseo, sentir la vida…y echar a andar
Coger la maleta, llenarla de recuerdos, esperanzas, emprender el camino junto a la persona amada, vivir el momento…y echar a andar
Olvidar los miedos, mirar al frente, unir las manos…y echar a andar
En una calurosa tarde de verano, el “El Maestre” abrió sus puertas, como tantas veces en sueños, Ana deseó. Junto a Sergio pudieron contemplar, asombrados, la belleza del lugar, descubriendo rincones donde dejar prendados sus besos, sus risas y sus palabras de amor. Así culminaba un sueño y comenzaba otro: “El Atardecer más bello del mundo”, decía Ana.
La playa fue testigo mudo de la pasión, las olas salpicaban de felicidad, y el sol sonrojado iba bañando la tarde con su cálida luz.
El tiempo se detuvo, la Luz lo congeló y ahora, no importa el destino, no importa la distancia, aquella tarde de pasión por siempre será el comienzo de la Gran Aventura.
Gracias a María por abrirnos las puertas de su hogar, El Maestre.