Esta es una historia contada al revés de una de las experiencias más transformadoras que conozco: el Boudoir.

La ‘Experiencia Boudoir’ es tan poderosa que como “narradora” extraigo de ella un elixir extraordinario. La poderosa sensación de felicidad pura. La certeza de haber conseguido que una mujer se haya plantado delante de su propio espejo personal y le haya sonreído a la imagen devuelta. La convicción de que su posicionamiento delante del objetivo ha significado un momento maravilloso de absoluto empoderamiento. El resultado de reflexiones, preparativos, confesiones y ajustes vitales.

Tras la sesión fotográfica siento la serenidad más absoluta, no solo por haberme dejado la piel en cada recodo de ese día y sus predecesores, sino porque mi objetivo de transformar una simple sesión en un hito vital se ha visto cumplido.

No hablamos de hacer fotos, hablamos de sentimientos, hablamos de que puedo percibir con total claridad cómo esa mujer va abandonando su miedo a exponerse transformándolos, paso a paso, en un auténtico disfrute, es una respuesta sonora a ¿y pórque no?.

¿Porqué no soñar, porqué no dejarse llevar, porqué no saltar, porqué no gritar, porqué no inventar, porqué no jugar, porqué no ser yo misma?

Y en un mismo instante responder desde lo más profundo de su alma a todas esas preguntas a la vez con un rotundo “porque yo lo valgo, porque yo me respeto, porque yo me admiro, porque yo me quiero”. Todas esas respuestas confluyen en una mirada que yo capto llena de fuerza, cargada de ímpetu y provista de todo el valor del mundo.

Durante un día nos aventuramos cargando maletas, la carretera nos depara una conversación que nos acerca como personas más allá de cualquier espacio temporal, los preparativos se materializan y las horas vuelan. La conversación no cesa, la conexión se incremente y al final, cuando cae la noche, cuando las maletas desordenadas se vuelven a colocar siento, sentimos la paz, el relax, el deseo de que el tiempo se pare en esa sensación absoluta de irrealidad más real que nunca. Dejarse llevar es la clave para enfocarte en el ahora y eso, más que nada en el mundo, es el mayor regalo.

Un día descubrí que esta experiencia boudoir, relatada a modo de síntesis por una de mis Divinas me provocaba unas lágrimas de felicidad que fui incapaz de controlar mientras ella contaba cómo le había cambiado la vida. Yo lloraba mientras ella también lo hacía ( y aún me entra ese pellizco en el estómago cuando vuelvo a ver ese vídeo), y es que es tan grande y maravillosa esa conexión que en ese instante decidí que merecía la pena seguir contando historias felices de mujeres valientes, porque aunque todas hayamos pasado malos, malísimos y terribles momentos, todas nos hemos levantado con mayor o menor bravura, y todas, sí, todas hemos hecho lo mismo: seguir andando…y eso, la verdad, para mí, merece ser contado.

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