DES-PA-CI-TO

EL MOVIMIENTO SLOW. Des-pa-ci-to

En el principio de los tiempos (porque parece que antes vivíamos en la «nada) los móviles eran unos ladrillos ostentosos solo al alcance de unos pocos privilegiados. Los demás, los simples mortales, veíamos cómo había individuos que ¡¡¡podían hablar por la calle y no esperar en casa una llamada durante horas¡¡¡

Después el mercado se puso en marcha y la telefonía se dirigió hacia la miniaturización. Cuanto más pequeño era tu móvil más molaba, más trendy era (aunque ese término aún no estaba en voga). Pero de repente, solo sabrán porqué los hados de la tecnología, todo cambió. El teléfono dejó de ser un simple aparato para comunicarnos y comenzó a ser un bazar de prestaciones adictivo. En ese momento, el tamaño del teléfono comenzó a crecer y crecer y crecer y ahora, vuelvo a ver a gente por la calle que lleva auténticos ladrillos multifuncionales, pero eso sí, ladrillos delgaditos, delgaditos (todo muy slim).

EL SÍNDROME DE LA FELICIDAD APLAZADA

Pues al igual que ocurrió con la tecnología, que se pasó del blanco al negro para volver a un nuevo blanco, sin pasar por la casilla de salida, con el concepto del TIEMPO ha pasado algo muy parecido.

Vivimos una época convulsa en muchos aspectos, pero uno que nos concierte a todos es el concepto temporal. Consideramos que siempre tenemos poco y por tanto, siempre toca correr.

El conocido como «síndrome de la felicidad aplazada» lleva asociada una angustia constante para quien nunca se detiene a disfrutar debido a sus múltiples obligaciones, acrecentando a cada paso la ansiedad de correr sin frenos.

Cada día es una auténtica carrera de obstáculos en la que controlar el cronómetro vital milésima a milésima.

Sea como fuere, a todos se nos ha metido en la piel el concepto de rapidez, la inmediatez, el «esto es para ayer» y correr, correr y correr. Comida rápida, decisiones rápidas, paseos rápidos, trabajos rápidos, descansos rápidos, sonreír rápido o no hacerlo mejor, eso que nos ahorramos. Hemos olvidado saborear la comida, no cultivamos el arte de hacer las cosas bien hechas, solo de hacerlas rápido, por tanto, no disfrutamos del viaje solo queremos llegar al destino en cero coma dos, y eso genera un WOW muy aplaudido por el tendido que acrecienta el sentido de la heroicidad.

EL MOVIMIENTO SLOW

Hay que distinguir entre ser lento y ser perezoso, y este movimiento propugna trabajar para vivirCarl Honoré

Es posible llevar una vida plena desacelerada y controlar tu existencia sin morir en el intento. Para ello debemos recordar cómo se vivía antes. Debemos dar un paso atrás para tomar aliento, para volver a recuperar las riendas de nuestro propio tiempo, ser conscientes de la vida que nos rodea. ¿Cómo? La clave reside en entender cuándo las circunstancias nos empujan a correr y cuándo a detenerse y por lo tanto, a disfrutar del presente centrándonos solo en el ahora sin visualizar continuamente un futuro apremiante. La falta de atención plena, la plaga del S.XXI quedaría erradicada si supiéramos focalizar toda nuestra energía en vivir cada instante como el regalo que es.

Dejar de correr, andar, ahondar en nuestras huellas, vivir de una manera equilibrada en favor de la cultura de la tranquilidad. Aprendiendo a seleccionar, a decir «no» cuando sea necesario, a quedarnos con lo esencial y dejar de lado todo aquellas obligaciones superficiales que se amontonan en nuestra cabeza.

TU VIDA SLOW

Dice un refrán, que llevo toda la vida escuchádole a mi madre: «vísteme despacio que tengo prisa», y es que la precipitación nos lleva a cometer errores que nos retrasan aún más. Yo, personalmente, me doy cuenta de que voy demasiado acelerada cuando, con las prisas, se me caen las cosas, en ese momento, respiro, dejo de mirar el reloj y ralentizo mis movimientos y entonces todo fluye.

Cuando queremos que las cosas salgan bien hay que echarles un ingrediente vital más valioso que el santo grial: paciencia. La vida slow supone un gran compromiso muy personal; si la reproducción de obligaciones es directamente proporcional a nuestra incapacidad a decir «no», el descenso de las mismas irá en paralelo a nuestra capacidad de aprender a elegir. Esa es la clave: sopersar qué merece la pena.

Aprender a escoger no es ser menos «superpersona», es respetarnos a nosotros y a los demás. Entonces lo que hayas elegido cobra valor, has decidido a qué regalar tu tiempo y qué puede ser postergado sin remordimientos. El secreto está en el equilibrio desafiando la aceleración para volver a escucharnos, a mirarnos, a conectar, a olvidar el ruido de las prisas. El movimiento slow otorga placer, promueve salud, las relaciones familiares, una comunicación sana  y sentirnos libres.

FOTOGRAFÍA SLOW

El concepto de Fotografía ha ido transformándose también, la digitalización, la inmediatez de las redes sociales, su integración en los dispositivos móviles y la estandarización de los sistemas fotográficos ha abierto un nuevo mundo en el que el arte fotográfico da paso, en ocasiones, a la devaluación de la imagen; una auténtica sobredosis visual.

Queremos verlo todo y a todas horas y una fotografía es el transporte más inmediato para compartir nuestra vida, sin pensar que esas fotografías, muchas de ellas sacadas de contexto y publicadas en momentos de enaltecimiento, permanecerán para siempre en el ciberespacio. Para siempre.

Para mi la Fotografía es un pasaporte vital con un importante bagaje sentimental con el que merece la pena tomarse su tiempo. Yo cuento historias, soy incapaz de un «aquí te pillo, aquí te fotografío» porque soy consciente de que estoy creando los recuerdos que permanecerán en vuestra familia para toda la vida y eso merece todos mis respetos. Por eso, cuando emprendemos nuestro «viaje» juntos, no hay prisas, no hay relój, solo historias y vida.

Entiendo que dentro de una imagen todo debe tener sentido, ya que es mi visión particular de un trocito de la vida de mis protagonistas, por eso, no es cuestión de apretar el disparador en modo ametralladora sino de darle sentido al momento, de olvidar el mundo exterior, las preocupaciones diarias y focalizar toda mi atención en las personas que fotografío.

La Fotografía, hasta la que requiere de la máxima urgencia, se construye des-pa-ci-to, siendo el resultado de charlas, de confidencias, de una relación especial y de prestar muchísima atención, a lo que le sumamos la luz, la técnica y la composición. Y cuando a esto le agregamos la pasión y el mágico momento en el que olvidáis que estáis siendo fotografiados, en ese instante seréis conscientes de que la fotografía es un regalo atemporal, que resistirá para siempre el paso del tiempo.

Quizás vivamos deprisa, pero siempre, cuando la nostalgia nos envuelve recordamos saboreando el momento: lentamente.

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