BODAS 2021
Lo reconozco, lo que más me gusta de las Bodas es Todo.
Y dicho esto tengo que admitir que una de las partes que me resulta realmente fascinante es el momento en el que conozco a las parejas. No puedo explicar con palabras, o bueno, quizás sí, ese momento de auténtica inocencia mutua en el que tres extraños 2+1 (o más) abren sus corazones, es algo mágico.
Para mi, explicar qué significa contar esas historias de Amor supone un subidón de energía de la buena, de esa que hace que las mariposas comiencen a revolotear a tu alrededor e inyecten de entusiasmo tus propias experiencias.
Y por otro lado, ese Amor que cada pareja transmite es todo un regalo. Es hermoso escuchar sus palabras de esperanza y ese deseo de que llegue el día para estar junto a todos sus seres más queridos. En esos instantes el tiempo parece que se detiene, es como estar dentro de una burbuja atemporal en el que el mero hecho de imaginar esos momentos futuros te posibilita el verlo, el sentirlo y hasta el olerlo.
Pues no sabéis cuánto echo de menos esas quedadas bodiles, esas citas a ciegas, esos momentos de expectación por conocer a esa pareja. Y es que este confinamiento nos está quitando mucho, lo más importante, todos lo sabemos; pero también nos está robando detalles que le dan sentido a todo, o al menos mantienen nuestro propio orden vital.
Evidentemente, ante el estado de alarma, real y emocional, la incertidumbre y el miedo toman el control y ser precavido es la mejor fórmula para contrarrestar el caos, por eso, me parece absolutamente lógico que se vayan cambiando las bodas de este marcado 2020 para 2021, y así lo estamos haciendo.
Pero claro, el mundo sigue, y estas dos últimas semanas estoy atendiendo a las nuevas parejas sin ningún contacto humano y es algo que me produce nostalgia del ayer. Las videollamadas, los wasap, Instagram, y los mails son la solución alternativa que tenemos, es normal, es lógico, todo se puede explicar, todo se puede concretar sin vernos, traspasamos datos… pero me falta el mirarnos a los ojos, echo de menos esas tardes de café que acaban en noche, esas conversaciones de bodas que derivan en asombrosas historias personales, ese darnos cuenta de que congeniamos por afinidades o somos afines porque congeniamos, no sé, quizás es una tontería mía, quizás el hecho de entender todo esto como algo importante para dos personas enamoradas y empatizar con ellas es algo que no todos compartan. Pero yo lo siento así, y mi máxima es tratar a los demás como me gustaría que me trataran y hacerles vivir a través de los recuerdos un día que para ellos será eterno y para mi quedará por siempre en mi memoria. Por eso, ya tengo ganas de volver.