Preboda de Nati y Juan Carlos
La casualidad es el principio de esta hermosa historia de Amor. Juan Carlos supo que Nati era la mujer de su vida desde el mismo instante que la vio “cada vez que sonreía se me paraba el mundo, la miraba y me perdía”. Sin embargo, el amor lleva su tiempo, y los momentos vividos acrecentaban ese sentimiento tan cristalino. De charlas, de apuestas y hasta de tatuajes está repleta esta historia. Después, cuando todo se volvió más real, la distancia se convirtió en la nueva protagonista de esta recién estrenada relación, y de nuevo, la casualidad quiso que todo encontrara su sitio. “Me encanta que no se diera por vencido porque es una de las personas más importantes de mi vida y sé que es el amor de mi vida”.
Y ahí los conocí, con la ilusión de casarse. Charlamos, conectamos, y sentí que Nati y Juan Carlos eran de esas parejas con luz, de esas que se miran e iluminan.
CAMINO A DAIMIEL
Ahí nació Nati, y desde ahí partiría esta historia, sus fotografías previas recorrerían sus rincones, sus recuerdos. Y nos dejamos llevar por la historia de la Mancha, nos dejamos asombrar por sus molinos, escuchamos el eco de Don Quijote susurrando a Sancho Panza, y el viento helado nos recordó que la primavera llega a lo loco, y en Consuegra comenzamos a escribir con luz.
Comer en Almagro, en “Bolsillones” fue una parada deliciosa, donde charlamos y nos alimentamos a base de bien con esa deliciosa cocina tradicional. Después nos recibieron multitudinariamente las luces y las sombras en la Plaza Mayor de Almagro y en todos sus rincones.
Y al atardecer, Las Tablas de Daimiel ejercieron su magia sobre un inolvidable instante. Después llegó el momento de descubrir que eran más que una pareja enamorada, eran además dos personas extrarordinarias.
Y los recuerdos del ayer se unen a los del hoy, y las calles de Daimel observan el paso de Nati y Juan Carlos, y el Colegio Divina Pastora los recibe afectuosamente. Es tan hermoso el sentimiento que recorre las aulas que todo cobra sentido. Y al final vuelve el principio, la Familia y el Amor: los pilares que sostienen desde siempre y para siempre esta historia que la casualidad, afortunadamente, convirtió en eterna.
“Y con el tiempo, sigo perdiéndome en sus ojos, se me sigue parando el mundo cuando me sonríe y sigo queriéndola conquistar todos y cada uno de los días que pasamos juntos”
GRACIAS pareja en mayúsculas y en negrita y con admiración de toda la Familia.
Gracias al Hotel Doña Manuela de Daimiel por la profesionalidad y humanidad de su personal, de esos hermosos lugares en los que uno quiere volver siempre.
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