Elegir una fecha en el calendario para casarte es uno de los momentos más especiales en la vida de una pareja. Ese día elegido supone el comienzo de muchos años de celebraciones. Y así lo hicieron Miriam y Alberto cuando decidieron dar un paso más en su relación al elegir el día de su Boda. Pero quiso el destino que el mundo variara su rumbo y lo que era un ‘sí’ se convirtiera en un ‘proximamente’; que la vida se pusiera en stand by y que por tanto, lo impensable se convirtiera en prioritario. Cambiaron la fecha con la esperanza de que todo mejorara un año después. El fin está aún lejos pero las razones para no volver a postergar su día me conmovieron y me convencieron.
La vida está compuesta por etapas, algunas las quemamos a conciencia y otras entran en combustión espontanea sin darnos tiempo a reaccionar, pero la estructura vital suele ser así, por lo tanto, Miriam y Alberto sienten que deben, que quieren cerrar una etapa y comenzar otra, y que esta dilatación temporal no hace sino frenar los siguientes acontecimientos, y que sea como fuere, desean celebrar su Gran Día en estos momentos.
Se conocieron como por casualidad, y día a día ese sentimiento comenzó a crecer, a dar los primeros pasos y fue ganando altura.
Miriam es una preciosa mujer con las ideas muy claras y un corazón enorme que no puede evitar sonreir al mirar a Alberto.
Alberto es un hombre cabal, espontáneo, locuaz, que al mirarla siente una oleada de emociones indescriptible en su interior.
Ambos son partes completas que al sumarse han creado un universo especial en el que la risa es la banda sonora, los sueños el cuadro y su Amor el motor que todo lo puede. Eterno, infinito y mucho más allá.
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