Dicen que es un misterio cómo conecta el ser humano entre sí. La ciencia nos cuenta que venimos equipados con ‘neuronas espejo’ y eso nos posibilita entendernos y además poder experimentar lo que siente la otra persona, lo que todos conocemos como empatía.
Eso me ocurrrió cuando conocí a Carmen y Rafa. Desde el primer momento conectamos de tal manera que una mera conversación sobre la fotografía del día de su Boda, derivó en mil y una historias diversas…el tiempo se detuvo aquella tarde y dejamos de ser desconocidos para convertirnos en confidentes.
Carmen es pura vida, su risa invade cada centrímetro del espacio, sus palabras siempre van conectadas con una sonrisa. Ella es natural y auténtica, puedes asomarte a sus brillantes ojos y conocer su esencia vibrante.
Rafa es pausa, serenidad, su contrapunto. Un hombre sincero, honesto, cuya especial manera de entender la vida le permite ver más allá de la adversidad convirtiendo cada momento en una oportunidad de superación.
No hay lenguaje más hermoso que el de las miradas y es que ambos atesoran una complicidad que los convierte en una pareja única. Con tan solo un solo gesto, crean un diálogo esencial, en el que las palabras construyen universos ilusionantes y las miradas se convierten en discursos de ensueño.
Si como dicen «la sonrisa es el retrato de la emoción» durante un instante vital pasamos de recorrer las blancas callejuelas de Vejer dejando risas en cada esquina, a encontrar la magia de un bosque encantado en Santa Lucía, hasta llegar a las orillas más románticas para acabar al atardecer jugando con la luz y sus miles de colores y recordando que siempre seremos niños.
Carmen y Rafa vibran en la misma frecuencia, aquella que los unió hace años y que tono a tono va conformando su mundo conectando los sueños con una realidad que los llevará, en poco tiempo, hasta el ansiado día del «Sí, Quiero».
Gracias pareja por ese día tan especial.
«Los niños son capaces de sonreír 400 veces al día. Este número va decreciendo casi de forma proporcional a la edad, de manera que los adultos, como promedio, solamente sonreímos 20 veces al día»
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