Recuerdos felices
Jenni y Andrés apenas necesitan mirarse a los ojos para entenderse, han llegado a tal punto de compenetración que las sonrisas, los silencios, las caricias son todo un lenguaje propio.
Y así, una tarde de septiembre, un paseo, un susurro y una sonrisa son los ingredientes fundamentales para que la memoria guarde para siempre el sentimiento que los envuelve cada día.
Las olas ya volvieron una y otra vez a la orilla llevadas y traidas por la marea, los días pasaron, la bajamar dio lugar a la pleamar como el día a la noche, como el sol a la luna, pero esos instantes robados al tiempo permanecen, ese sentimiento nunca podrá ser olvidado.
Es cierto, la memoria, guarda imágenes, que crearán el atlas de toda una vida, juntos como aquella tarde…a la orilla del mar.
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