El convencimiento de un sentimiento nos empuja, a lo largo de nuestra vida hacia caminos insospechados.
En un día tan especial el Amor que Vero y Miguel sienten, los ha llevado a compartir con el mundo, con su universo personal, aquello que llevan años forjando: una mañana juntos.
El hogar familiar, en un día tan hermoso, es un verdadero hervidero de emociones, prisas, subidas, bajadas, encuentros, pérdidas, etiquetas por quitar y perfumes que envuelven un momentos que parecen no tener fin.
Por eso, llegado el momento, la lágrima, asoma, sin querer, a los preciosos ojos de Vero, mientras todos aguantan las propias reteniendo la emoción ante una Felicidad tan grande.
Y Miguel, en el Santuario de Regla, la espera a los pies del altar, ambos no pueden dejar escapar un suspiro al oír el arpegio de la guitarra, y juntos atraviesan el camino andado para comenzar un nuevo viaje.
Las nubes, el sol, la lluvia y la noche no faltaron a tan especial enlace y a medida que el día avanzaba las emociones se multiplicaban con recuerdos visuales de tiempos pasados, acentuadas ausencias, nuevos encuentros y carreras sin fin, en una noche donde el momento vivido dejará por siempre una preciosa y enorme huella a flor de piel y, por supuesto, más allá.