La ilusión de ser madre, de ser padre, de crear una nueva vida juntos es la más indescriptible jamás sentida, y a partir de esa incuestionable premisa, todo lo que acontece a partir del instante en el que ‘la noticia’ se hace real, es simplemente… mágico.

Raquel y Julio son ese tipo de parejas para los que el tiempo se detiene cada vez que sus ojos se pierden en el otro, cuando los observo, siento esa química, esa conexión como algo real, como algo casi tangible, porque las palabras son como el aire pero lo que ellos sienten es tan fuerte, tan profundo y tan verdadero, que solo hay que parase a mirar para sentirlo.

Toda vida conlleva una gran responsabilidad. Esos nueve meses de espera no son un cúmulo de dulces momentos, realmente es un periodo de preparación en el que el cuerpo de la madre se transforma radicalmente, pero el cambio más trascendental es el mental, esa semilla que comienza a germinar y que provoca un cambio tan radical en la mujer posicionando a su futuro hijo, hija, en el primer puesto de importancia por delante de ella misma aún sin haber conocido a ese ser que está creciendo en su interior.

Raquel y Julio viven sus momentos como siempre lo han hecho, unidos, cómplices, y a través de la magia de la luz, nuestro paseo es testigo de ello.

Hubo un tiempo en el que ser madre, estar embarazada era casi una cuestión de ocultamiento, como si un embarazo fuera un paso transitorio nada digno de enseñar, hasta llegar al alumbramiento.

Yo entiendo que es todo lo contrario, entiendo que Raquel, rebosa belleza por cada poro de su piel, y esa ‘gracia’ natural, potenciada por la llegada de Sofía hay mostrarla en su mayor esplendor. Constituyendo estas instantáneas no solo la constatación de la Belleza de la Maternidad, sino además conformando los primeros recuerdos de una vida que está por llegar.

Gracias pareja, es fácil siempre dejarnos fluir. Un placer contar vuestra nueva Historia Feliz.

¡¡Bienvenida Sofía¡¡