Cuando una mujer recibe la noticia de su embarazo, un hecho tan buscado como deseado, el mundo comienza a tomar otra perspectiva, la pareja recibe la buena nueva con una ilusión indescriptible y en ese momento, el tiempo se detiene y mil preguntas se arremolinan en tu mente.
La Felicidad y la incertidumbre se alian en una especie de danza ancestral que permite reir y llorar al mismo tiempo y que es el comienzo de toda una aventura, en ocasiones con esquinas abruptas y otras con paisajes ideales,.
Y aunque esos 9 meses de espera no son un camino de rosas, porque a veces las espinas salen antes de aflorar, ya Miriam y Alberto tienen a su lado a ese milagro vital llamado Mateo.
EL MILAGRO DE LA VIDA
Hasta que no tienes a tu hijo en tus brazos, no entiendes la dimensión real de la frase que llevas escuchando toda la vida de: ‘el milagro de la vida’; y es que, en ese momento, más que nunca, te parece todo casi sobrenatural.
Cuando Miriam y Alberto descubrieron su estado de buena esperanza, la felicidad por la llegada de su primer hijo fue apabullante, pero más lo sería lo que la vida les tenía reservado, porque, cuando uno entra en la senda, ya no hay vuelta atrás.
Las complicaciones se hicieron protagonistas en este periodo de espera, de tal manera, que el mundo se detuvo, cambió, se transformó con la sola, y una única consigna: ‘supervivencia. Para ello las indicaciones eran claras: reposo, descanso, paciencia y cruce de dedos continuo.
Los vaivenes hormonales de Miriam, se sumaban a la inestabilidad de la situación circundante, la vida del pequeño era una lucha continua, un trabajo en equipo en el que madre e hijo eran los encargados de tirar los días hacia adelante. En estas Alberto, sentía cómo, ni lo más importante de antes, era semejante a lo más importante de ahora; porque el orden de prioridades se transforma imperceptible y radicalmente para siempre.
Las Familias se vuelcan en apoyar, en mantener la serenidad, en amar y proteger, porque ellos, los futuros padres, siguen siendo sus hijos queridos y por tanto, como progenitores, su lucha es conjunta, su dolor es a medias y el amor es sin límites.
Los meses pasaban, entre hospital y casa, entre miedo y alivio, entre temor y esperanza, y al fin, llegó el día.
Mateo llegó, y lo ha hecho con fuerza, con brío, con esa luz que solo desprende la pureza más absoluta.
Mateo ya está aquí y sus ojos son el faro que alumbra la vida de todos aquellos que al mirarlo, sonríen, se emocionan y reconocen, que más allá de la vida, está, y estará siempre: el Amor.
¡¡¡FELICIDADESSSS lo conseguisteis¡¡
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