Por fin llegó el ansiado momento, aquel en el que lo esperado se transforma en real convirtiendo en únicos los anhelos sentidos.
El Gran Día de Lucía y Pedro fue una auténtica montaña rusa de emociones. Lo que vivieron y cómo lo hicieron conforman los recuerdos de aquellos momentos de ilusión, nervios y todo lo que el corazón siente cuando no sabe hacia dónde va. Lo que vi cuenta mejor lo que juntos sintieron al despertar del sueño y darse cuenta de que aún era más grande de lo que jamás imaginaron.
Como toda historia, al menos, las que más me impresionan, la subjetividad es su hilo conductor. Durante meses andamos juntos pasito a pasito el camino que nos llevó hasta ese importante día.
Pedro, al principio parece bastante serio, sí, solo al principio, correcto, eso siempre, y después, cuando lo conoces es una persona con la que jamás pierdes la sonrisa, y a través de su mirada descubres el gran amor que siente por Lucía.
Lucía, qué decir de Lucía, ella es luz, ella es la eterna sonrisa, una dulce voz que te envuelve para sentir un eterno agradeciemiento.
Cuando Lucía y Pedro están frente a frente, entonces lo entiendes todo, entiendes esos sueños que los hacen luchar a diario, entiendes ese amor que sienten hacia Bella, y hacia esa familia que los rodea. Y cuando te acercas lo suficiente entonces sientes y comprendes porque un día unieron sus vidas y así seguirán, amándose por mil años más.
Gracias pareja…el resto son recuerdos. Comienza una nueva vida.
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