El mundo es el escenario perfecto para vivir y el único lugar donde un niño es un niño, donde sus carreras buscan una meta, donde sus risas son el eco de la Felicidad, donde sus retos son reales y muy personales…
Un niño es energía en estado puro, incapaz de sentir el agotamiento, sus gritos esconden la libertad, y sus silencios contienen un universo infinito.
La vida corre deprisa a su alrededor, y nuestros recuerdos son como fotografías de momentos únicos. Y en una tarde otoñal, donde las nubes anunciaban oscuridad, su luz, la luz de cada uno de nuestros niños, esa luz, hizo disipar todo atisbo de penumbra y el sol brilló. Brilló con tanta fuerza que la playa, ajena ya a los sones veraniegos, recibió a esta colección de infantes felices que dieron rienda suelta a sus voces, a su imaginación.
Y en una alocada carrera las Hadas hicieron su magia, nos volvieron a hechizar, volvieron a hacernos creer que con ellos todo es posible, volvimos a sentir el calor de sus besos, de sus abrazos, volvimos a emocionarnos con sus sonrisas, volvimos a vivir al cien por cien como ellos, en el presente, volvimos a creer en los sueños, siempre que lo hagamos a través de la mirada de un niño.
Gracias Isa, Edu, y Ana por tan buena tarde…un gran santo¡¡¡
